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CUMPLEAÑOS FELIZ

Publicado: octubre 5, 2013 en SOLILOQUIO DE LOS PERROS

Sueño infernalDebido a una acuciada agiostasia nunca he tenido amigos; ni amigos, ni mujer, ni hijos, ni por supuesto padres por mucho que digan por ahí, así pues, la despedida con la que doy inicio a este blog no es para tanto: acabo de cumplir catorce años (catorce, creo que es la primera vez en mi vida que escribo la palabra “catorce”; catorce, sí, así está mejor, sí, sin las comillas, no me gustan las comillas; palabra curiosa, ésta, oye: ca-tor-ce; vendrá del latín, seguro. Una pregunta, este último “ésta” ─de nuevo las comillas─ ¿lleva acento?; yo creo que sí, por eso lo he tildado, corríjanme si me equivoco, por favor. También es cierto que es la primera vez que escribo después de tantos años de ostracismo, no algo en un blog, sino en mi vida ─lo he estado meditando, más bien aprendiendo a expresarlo medio qué─, por lo que también es la primera vez que escribo este belén de palabras, las cuales me temo que no llevan a ningún lado, todo hay que decirlo, pero resultan Tan Bonicas…; menudo tan tan me acaba de salir, ja ja, y es que tengo el sentido musical metido en los sentidos, no es para menos, todos los días dale que te pego desde que se abre, a la fuerza se me ha tenido que pegar algo, desde que naciera, incluso antes ya escuchaba cómo se iba gestando ese doble bombo en mi cabeza: un tipo llamado Urqui me sacó de unos botes de pintura mediante pinceles de medio pelo ─antes ya me habían (a ver, cuál es la palabra) diseñado, sí, antes ya me habían diseñado (unas manos más delicadas, femeninas) pero duré bien poco, puede que algún día explique la causa de ese intento fallido; un daguerrotipo de él a modo de recuerdo hay pegado en el techo, ahora no sabría decir exactamente dónde─, y por un par de jarras de cerveza bien fresquitas ─producto por antonomasia─ me entregó a un desconocido; ni la Sor María esa ─¿descansará en paz?─ de la que oí hablar a unos a primera hora de la tarde ─abren a las cuatro, para el café (lo dejo caer porque es a esa hora cuando regreso a mi tribuna)─ fue tan desprendida. No puedo tener queja de la manera en que me han tratado, me han tatuado todo el cuerpo, puesto pirsin, fotografiado sin mi permiso infinidad de veces, escupido, besado ─con legua y todo─, salpicado bebidas, restregado pechos, ocultado sin el menor miramiento bajo carteles insulsos, etcétera, con lo cual, aburrido ya de estar aquí, estampado en la pared y con los huevos negros, he decidido cobrar movimiento motu proprio y salir de vez en cuando de esta segunda dimensión para tomar cartas en el asunto, ni que decir tiene que a horas intempestivas: siento haber llegado al omoplato de mi existencia. Que por qué no lo he hecho antes, pues porque no había nada que picar: qué queríais, ¿que muriera de hambre? Resulta que ahora al jefe, al tipo ese que aparece de año en año, de higos a brevas ─he oído decir que tiene negocios en la indias, algo turbio relacionado con la importación de ataúdes─, le ha dado por poner tentempiés con los que asentar a los clientes adictos al shawarma, grandes bebedores todos ellos pero con esa debilidad a cuestas: perritos, pizzas, sándwiches, comida mediterránea, ya lo ven, sin apenas calorías, por lo que observando disimuladamente desde mi pedestal ─puesto privilegiado donde los haya en todo el garito─ que no eran difíciles de elaborar le eché arrestos y, coincidiendo la otra noche con el XIV aniversario, con la primera noche que se iniciaba esa novedad tan apetitosa, una vez hubieron salido todos del establecimiento ─por llamarlo de alguna manera─, a horas intempestivas ya digo, cuando el negocio es abandonado a su suerte, decidí dar el salto a esta tercera dimensión donde todos parecen pasarlo tan bien, y empezar a vivir la vida. ¡Madre de Dios cómo estaba la pizza!), catorce ya, sí, y una de mis mayores virtudes es que soy muy perro. Hasta el próximo sábado.